Querido Cambio… ya estás aquí.

No te esperaba, es más, quizás ni hubiera querido que estuvieras aquí de esta forma, pero estás.

Llegaste sin avisar, y en realidad, no es la primera vez que pasa, siempre estás de una u otra manera, dando vueltas por ahí, algunas veces tan sutilmente que no lo notamos, y otras veces, como ésta, sí haces notar tu presencia, porque esta vez… ¡uf! Esta vez sí que te siento…

Con tu llegada pusiste todo de cabeza, cambiaste totalmente los planes, los proyectos que tenía en marcha, y no sólo para mí, podría apostar que no hay una sola persona en el mundo que en este momento pudiera decir que no estás.

Es la primera vez que llegas por tanto tiempo y mueves tan fuerte el piso que se hace necesario moverse de ahí, me llevas a revaluar todo, a replantear todo, a tomar diferentes caminos, a reinventarme, a hacer cosas que no me hubiera imaginado, incluso hacer cosas de las que no hubiera pensado que era capaz.

Y aquí estoy, abriéndome camino de tu mano, y paso a paso iré experimentando, sorprendiéndome, comprendiendo e integrando los aprendizajes que llegan con tu arribo. El mayor aprendizaje que me hiciste recordar, es que nada, absolutamente nada, es seguro, aunque tengamos la falsa idea de que sí lo es, o de que lo controlamos, nada está más lejos de la verdad.

Hoy quiero decirte GRACIAS.

Gracias por llegar, porque con tu llegada, me hiciste reconectar y reconocer otras piezas de mí. Gracias por estar, porque sé que no te irás, que tu presencia seguirá retándome a moverme de donde estoy, y que, cuando me sienta otra vez cómoda, me hará recordar que he de moverme nuevamente, porque no vinimos para estar cómodos, vinimos para vivir y estar vivo implica necesariamente, sentir tu presencia en este eterno presente.

¡Bienvenido Cambio!

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