Cuenta una leyenda africana, que una vez un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu.
Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y les dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas.

Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron todos a disfrutar del premio.

Cuando él les preguntó por qué habían corrido así, ya que uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron:
“¡Ubuntu!

¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes?”

Ubuntu… no se trata sólo del acto de compartir, sino de tener en cuenta al otro, lo que siente o lo que podría sentir ante algo, partiendo del hecho que no hay otro, y que lo que le pasa no es algo ajeno a mí.

Ubuntu… buscar la armonía, si yo estoy en armonía conmigo misma, estaré en armonía con ese “otro” y con todo y todos más allá de él.

Ubuntu… promueve la cooperación entre seres humanos, que no se separan, que se unen en un propósito común, que se quitan las etiquetas, y basan sus relaciones en amor.

Ubuntu: “Yo soy porque nosotros somos”
Yo soy en la medida que el otro sea, porque ese otro, también soy yo.

Ubuntu… ¿te sumas?

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