El miedo del 4 x5
Hace algún tiempo, estaba haciendo una sesión de introspección con una persona, y me preguntó qué me gustaría trabajar en mí, me dejó sin saber qué responder, me dijo que me centrara en algo que quisiera cambiar de mí. Pensando y pensando, lo que se me ocurrió fue trabajar la confianza en mí misma, ya que notaba que en muchas ocasiones me costaba para hablar de mí o de lo que hago, de mis dones, mis habilidades, cuando me preguntaban dudaba… tambaleaba, me retraía.
En cuanto identifiqué eso y lo verbalicé, me pidió que cerrara los ojos y empezara a sentir mi cuerpo, para relacionar lo que esos hechos me hacían sentir a nivel corporal, no pasó mucho tiempo, cuando de pronto empecé a sentir cómo iba subiendo la temperatura en mi cara, se me puso caliente, roja, la sensación se iba intensificando, los labios empezaron a temblar, las manos a sudar, y ahí escuché la voz que me pedía trazar una línea de tiempo e ir hacia atrás y que pudiera recordar algún momento en el que había sentido algo así, de niña.
No tuve que pensar mucho y mis recuerdos conectaron con una situación que me había pasado cuando estaba en cuarto grado de primaria. De pronto me visualicé, al frente de todo mi salón, en clases de matemáticas, frente a una pizarra, esas de color verde y con una tiza de color blanco en la mano, “escribe ahí: 4 x 5”, escuché, y yo lo escribí, de pronto tenía que poner el resultado y nada se me venía a la mente, me puse muy nerviosa y temerosa, ante la figura de autoridad de mi profesora, quien hablaba de una manera muy imponente y me pedía, casi exigía que escribiera ahí el resultado. No sabía qué escribir, estaba delante del salón, todos me miraban y las manos me empezaron a sudar, la cara se me enrojeció, los labios me temblaban, eran las mismas sensaciones que estaba sintiendo en ese momento real, sin importar que habían pasado muchos años, sólo con estar recordando esa escena, lo podía sentir, todo, el miedo, el pánico que me inmovilizaba, mi mente en blanco ante esa pregunta del 4 x 5. No supe qué escribir, y la profesora se me acercó y delante de todos mis compañeros me dijo: “¿no lo sabes?, si no lo sabes no sé qué haces acá, te voy a regresar a primer grado” y me jaló de la mano, me sacó del salón, y empezó a caminar conmigo, pasamos por dos pabellones más hasta llegar a un salón de primer grado en donde me dejó, no sin antes decirme en la puerta que yo no sabía las cosas que enseñaban en cuarto y que tenía que quedarme ahí, en primer grado, para aprender, por lo menos hasta el primer recreo.
Y ahí estaba yo, sentada en una silla de primer grado en la que casi no cabía, eran muy pequeñas para mí y mis piernas se veían gigantes, sentía que algunos niños me veían de manera extraña, otros se reían, y nadie entendía qué hacía ahí, yo me sentía con demasiada vergüenza, no sabía qué responder cuando me preguntaban por qué me habían llevado ahí, ¿qué podía responder?, ¿que estaba ahí porque no sabía cuánto era 4 x 5? era la razón por la que la profesora me había llevado ahí, aunque no era la verdad, la verdad era que me había petrificado ante el miedo y la insistente pregunta de mi imponente gigante profesora, que no había sabido reaccionar, que sentía pánico y que el pánico había hecho que olvidara por completo la respuesta.
Fueron alrededor de 3 larguísimas horas, así que cuando sonó el timbre del recreo, sentí alivio de salir de ese salón y ver que mis amigas de cuarto habían venido a buscarme y a preguntarme cómo estaba, aunque a la vez también sentía vergüenza de regresar a cuarto después de que me habían mandado para primero.
Al final regresé a cuarto como tenía que ser, pero algo se grabó en mí, ¿qué se grabó? En ese momento estaba en cuarto grado y no era consciente de todo lo que vendría después, ni lo podía imaginar, pero en ese momento presente, de recordar y de volver a sentir todo lo que sentí cuando tenía 9 años en aquel episodio, entendí muchas cosas.
Entendí por qué durante tantos años no me gustaba hablar en público, por qué le huía a exponer algún tema frente a otras personas, por qué no me gustaba cuando muchas miradas estaban sobre mí, por qué se me hacía más fácil cuando había solo una persona, por qué inventaba cosas o fingía enfermedades cuando tenía que exponer, por qué incluso estudié televisión en algún momento de mi vida para grabar mis presentaciones y no tener que pararme frente a la gente, por qué cuando estaba en alguna reunión matizaba con algún chiste cuando alguna pregunta se dirigía hacia mí, empecé a entender y a abrazar a esa niña de cuarto, que por nervios olvidó cuánto era 4 x 5, y explicarle, muchos años después, que realmente no era importante saberlo, que no era tan malo haberlo olvidado, que vivir esa experiencia era un regalo para poder superar esos miedos más adelante.
Por ese miedo del 4×5 me limité de vivir muchas experiencias, y todo se trataba de identificarlas y abrazar a esa niña asustada que estaba dentro de mí y explicarle que eso ya pasó, que hoy tengo otras herramientas y otros aprendizajes y que me puedo hacer cargo.
Hoy te invito a liberarte, a que reflexiones qué miedos cargas desde que eras pequeñ@, y cuáles de esos miedos aún hoy te siguen limitando a vivir experiencias que quisieras vivir, a ir más allá de donde has ido hasta hoy, a atreverte a hacer cosas que te encantarían hacer.